Muchos pacientes llegan a terapia convencidos de que están en una “relación tóxica”, cuando en realidad el problema de fondo es más profundo: la falta de límites personales y el miedo a la soledad. En este artículo exploramos cómo el sufrimiento en pareja no siempre es causado por el otro, sino por nuestras propias decisiones, patrones y silencios.
¿Existe realmente una relación tóxica?
Una relación disfuncional no se define solamente por discusiones o incomodidad emocional. Lo que verdaderamente caracteriza una relación tóxica es la repetición constante de dinámicas dolorosas que ninguno de los involucrados quiere —o sabe— cortar.
No todo desacuerdo es violencia ni todo malestar es manipulación. Pero si hay culpa crónica, falta de validación emocional, miedo a ser uno mismo o una dependencia disfrazada de amor, es necesario cuestionar esa relación desde la raíz.
¿Cuál es tu parte en el desastre?
El mayor error es pensar que uno es víctima pasiva del otro. En realidad, muchas veces somos cómplices pasivos de una dinámica que toleramos por miedo a estar solos o por una falsa idea de que “nadie es perfecto”.
¿Cuántas veces te has dicho “luego lo dejo”? ¿Cuántas veces has tolerado lo intolerable por no empezar de nuevo? Estos patrones no son casualidad, son reflejo de una profunda necesidad de pertenecer, incluso si eso implica normalizar lo que nos daña.
El autoengaño como mecanismo de defensa
La disonancia cognitiva aparece cuando justificamos lo que sabemos que está mal. Por ejemplo: “Sí me grita, pero también me quiere” o “Yo también tengo la culpa”. Así se inicia un ciclo en el que, en lugar de cambiar el comportamiento, cambiamos la idea para no sentir culpa o vergüenza.
Este mecanismo de defensa mantiene relaciones insanas con el pretexto de ser una persona “buena” o “comprensiva”, pero lo que realmente estamos haciendo es autoengañarnos y perpetuar el dolor.
¿Cómo se rompe este ciclo?
Esperar que la otra persona cambie rara vez funciona. Lo que sí transforma es el autoconocimiento, el poner límites claros y aprender a estar con uno mismo sin depender del drama o la validación externa.
El cambio verdadero viene cuando dejas de justificar y empiezas a actuar con responsabilidad emocional. Esto se puede trabajar en terapia, con herramientas específicas para el manejo de límites, la autoestima y la construcción de relaciones sanas.
Reflexión final
Tu vida no va a mejorar cuando el otro cambie. Tu vida mejora cuando tú decides cambiar. Pregúntate: ¿Qué es más difícil: dejar una relación tóxica o seguir justificándola todos los días?