– Dr. y Mtro en Psicología y Desarrollo Humano, Psicólogo –
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Tanatología 2.0: La Psicología Oculta detrás de tu Miedo a Ser Hackeado

Por Cordu | Doctor en Desarrollo Humano y Maestro en Psicología Clínica y de la Salud

Cuando pensamos en tanatología, lo primero que viene a la mente son pérdidas vinculadas a la muerte. Sin embargo, en la práctica clínica contemporánea cada vez es más evidente que los duelos también se manifiestan en experiencias sin fallecimiento físico. A esto lo denomino tanatología 2.0: un enfoque para comprender las pérdidas invisibles pero emocionalmente devastadoras de la vida moderna.

Un ejemplo cada vez más frecuente es el duelo digital. Ser hackeado, perder una cuenta bancaria, un canal de YouTube o incluso un celular, genera reacciones emocionales que sorprenden por su intensidad. Y no es exageración: la psicología y la neurociencia confirman que el cerebro procesa estas experiencias como verdaderas pérdidas.

El sesgo del optimismo: “a mí nunca me pasará”

Todos hemos caído alguna vez en la ilusión de invulnerabilidad. Creemos que los hackeos, fraudes o robos solo les ocurren a los descuidados, a los ingenuos o a los que “no saben de tecnología”. La neurocientífica Tali Sharot describió este fenómeno como el sesgo del optimismo: una tendencia cognitiva que nos hace subestimar la probabilidad de que nos ocurran eventos negativos.

Este sesgo tiene una función adaptativa: reduce la ansiedad cotidiana y nos permite vivir sin sentirnos constantemente amenazados. Sin embargo, cuando un ataque digital rompe esta ilusión, no solo perdemos datos. Perdemos también la sensación de seguridad que sostenía nuestra rutina. Ese quiebre cognitivo duele tanto como el virus que infecta la computadora.

El yo extendido digital: una amputación simbólica

¿Por qué nos duele tanto perder una cuenta, una contraseña o un celular? El psicólogo Russell Belk acuñó el concepto del yo extendido para explicar que nuestros objetos y posesiones forman parte de nuestra identidad. En el siglo XXI, ese yo extendido se trasladó al ámbito digital: redes sociales, fotografías en la nube, proyectos en línea o cuentas de videojuegos.

Cuando un hackeo borra o roba esa información, lo que sentimos es una amputación simbólica de la identidad digital. No estamos llorando un simple archivo; estamos llorando la parte de nosotros mismos que ese archivo representaba.

Evidencia neurocientífica: el duelo digital es real

Un estudio de la Universidad de California mostró que cuando las personas perdían cuentas digitales con fuerte valor personal (por ejemplo, juegos con miles de horas invertidas), la resonancia magnética funcional registraba activación en la corteza cingulada anterior y la ínsula, las mismas regiones cerebrales asociadas con el dolor social y el duelo por la pérdida de un ser querido.

Esto significa que, neuroquímicamente, el dolor es real. El cerebro no distingue con claridad entre una pérdida física y una pérdida simbólica. Así se explica por qué alguien puede sufrir intensamente por la pérdida de un celular, un canal de YouTube o un álbum fotográfico en la nube.

Transformar la crisis en resiliencia

En clínica psicológica, los duelos digitales no se abordan desde la burla ni desde la minimización. Se tratan con herramientas estructuradas. Desde el Método Cordu —basado en Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)— propongo tres pasos:

  1. Reestructuración cognitiva: cambiar el pensamiento de “soy un tonto” a “fui víctima de un delito sofisticado”. La culpa no es del usuario, sino del agresor.

  2. Activación conductual: implementar acciones concretas como cambiar contraseñas, adquirir una llave de seguridad o separar correos personales de los laborales. Estas conductas no solo protegen técnicamente, también envían a nuestro cerebro un mensaje de recuperación de control.

  3. Ritual de empoderamiento: cambiar contraseñas o reinstalar un sistema operativo no es solo técnico; es un ritual psicológico de reconstrucción que ayuda a restablecer la sensación de seguridad.

Estrategias de resiliencia: del enojo a la aceptación

La tanatóloga Elisabeth Kübler-Ross describió las cinco fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Estas etapas también se observan en los duelos digitales:

  • Negación: “Esto no puede estar pasando, mi cuenta tiene que estar segura.”

  • Ira: “¡Malditos hackers, cómo pudieron!”

  • Negociación: “Si borro la computadora, seguro se arregla.”

  • Depresión: “Ya lo perdí todo, nada tiene sentido.”

  • Aceptación: “Es momento de empezar de nuevo y aprender de esto.”

Reconocer estas fases ayuda a normalizar la experiencia. No se trata de estar “loco por un archivo”, sino de transitar un proceso legítimo de pérdida.

Clínica aplicada: normalizar, regular, prevenir

Desde la práctica clínica, tres intervenciones resultan fundamentales:

  1. Normalización: validar que el dolor es real y legítimo.

  2. Regulación emocional: enseñar técnicas de respiración, grounding y expresión en terapia para manejar la ansiedad y la hipervigilancia.

  3. Prevención futura: limitar la información en la nube, almacenar contraseñas de forma segura (incluso en medios analógicos), y en casos extremos, separar dispositivos para diferentes funciones (un celular para banca en casa y otro para uso social en la calle).

Estas medidas, lejos de ser paranoia, constituyen protocolos de autocuidado.

Tanatología 2.0: aprender a soltar y reconstruir

La tanatología 2.0 nos recuerda que las pérdidas digitales son parte inevitable de la vida contemporánea. Igual que ante cualquier pérdida, el desafío no es evitarla por completo —cosa imposible— sino aprender a soltar y reconstruir.

El mejor antivirus para la mente no está en un software, sino en la capacidad psicológica de reconstruir la identidad incluso cuando la tecnología falle. Entrenar a nuestro cerebro en resiliencia es la vacuna más efectiva contra el colapso emocional.

Datos clínicos contundentes

Según la American Psychological Association (APA), el 70% de las víctimas de hackeos graves reportan síntomas compatibles con trastorno de estrés postraumático (TEPT), como hipervigilancia, insomnio o pensamientos intrusivos.

Otros estudios muestran que perder un celular dispara niveles de cortisol comparables a los de un accidente menor de tráfico. Es decir: no estás exagerando. El impacto es real, tanto psicológica como fisiológicamente.

Los hackers pueden robar contraseñas, pero el verdadero robo es tu paz mental. El miedo a ser hackeado no se trata solo de seguridad informática; es un asunto de salud emocional. La tanatología del siglo XXI debe incluir estas nuevas formas de pérdida y ofrecer intervenciones que vayan más allá de lo técnico.

Aceptar que el dolor digital es real nos permite darle un lugar clínico y terapéutico. Y desde ahí, construir protocolos de resiliencia que protejan no solo nuestras cuentas, sino lo más importante: nuestra identidad psicológica.

📽️ ¿Te gustó el tema? Mira el video completo aquí: https://youtu.be/4MDALc7NdhY