Por Cordu | Doctor en Desarrollo Humano y Maestro en Psicología Clínica y de la Salud
Durante décadas, se ha instalado la idea de que el deseo humano es biológico. Desde ciertos discursos antropológicos hasta charlas de divulgación superficial, se nos repite que la atracción está determinada por nuestros genes, nuestras hormonas o la supuesta “química cerebral”. Pero, ¿qué pasa si te dijera que eso es solo una parte (y a veces una excusa) para no ver lo que realmente influye en nuestras decisiones afectivas? En este artículo vamos a desmantelar el mito de la biología como determinante absoluto del deseo humano, desde un enfoque clínico, psicológico y humano. Spoiler: tu “química” podría ser tu trauma disfrazado.
¿Biología o historia emocional?
La frase “me gusta porque me gusta” suele ocultar algo mucho más complejo: un sistema de memoria emocional, aprendizaje inconsciente, heridas infantiles no resueltas y mandatos culturales. Si bien la biología tiene un rol en el deseo (como especie tenemos impulso sexual, liberamos dopamina, y respondemos a ciertos estímulos físicos), el sujeto humano no es un animal simple ni lineal.
La mayoría de nuestras decisiones amorosas y sexuales están más marcadas por lo que no hemos sanado que por lo que nos conviene. Personas que se sienten irresistiblemente atraídas por individuos fríos, distantes o evasivos no están siguiendo un instinto biológico funcional, sino repitiendo una narrativa emocional no resuelta.
¿Y si tu tipo ideal es tu herida favorita?
Una idea poderosa que surge desde la psicoterapia clínica es que muchas veces no elegimos lo que nos hace bien, sino lo que nos resulta familiar. La atracción, entonces, puede funcionar como una especie de radar afectivo que busca reproducir lo conocido, no necesariamente lo sano.
Ejemplo clásico: alguien que creció con un padre o madre emocionalmente ausente puede sentirse intensamente atraído por parejas que repiten ese patrón. El sistema nervioso interpreta esa dinámica como “hogar”, incluso si eso implica sufrimiento. Es como si te encantara un platillo que siempre te intoxica, pero insistes en comerlo porque su aroma te recuerda a tu infancia.
Los errores del discurso evolutivo simplista
Frases como “los hombres buscan sexo y las mujeres compromiso” son estereotipos sin rigor científico que se repiten hasta el cansancio. No solo reducen al ser humano a caricaturas binarias, sino que además refuerzan dinámicas tóxicas. Desde la psicología clínica, estas frases son más dañinas que útiles.
En realidad:
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Ni la monogamia es universal, ni la promiscuidad exclusiva de un género.
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La fidelidad no debería basarse en el miedo a perder a la pareja, sino en una decisión libre y consciente.
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La estructura cultural dominante ha moldeado las reglas del deseo, creando sanciones sociales para quien se sale del modelo tradicional de pareja.
Muchos de estos discursos “biologicistas” se usan para justificar celos, control, abandono o chantaje emocional, disfrazados de “instinto”.
¿Entonces no hay biología en la atracción?
Sí la hay, pero no es lo único. Sería un error pasar del reduccionismo biológico al reduccionismo emocional. Lo que defendemos desde la psicología clínica es que la atracción humana es multifactorial. Eso quiere decir que está compuesta por:
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Factores biológicos (feromonas, hormonas, respuesta neurológica).
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Factores psicológicos (apego, historia emocional, autoestima).
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Factores culturales (mandatos sociales, modelos de pareja).
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Factores sociales (expectativas, roles de género, lenguaje).
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Factores relacionales (dinámica entre ambos sujetos en tiempo real).
Reducir todo a “es que así somos los hombres” o “las mujeres son así por naturaleza” impide analizar y cambiar patrones disfuncionales.
¿Puedes elegir lo que te gusta?
Buena pregunta. A veces no. Al menos no de forma consciente. El cuerpo guarda memoria emocional: asocia sensaciones con historias pasadas. Si de niño aprendiste que amor es igual a indiferencia, o que el afecto duele, es probable que sigas eligiendo inconscientemente relaciones que reproduzcan esa estructura.
Pero aquí viene la buena noticia: sí puedes reeducar tu deseo. No se trata de negar lo que te atrae, sino de comprenderlo. Cuando entiendes que esa atracción intensa no es amor sino activación de una herida, puedes empezar a tomar distancia emocional y romper el patrón.
Esto no sucede mágicamente. Requiere trabajo terapéutico, autoconocimiento y una voluntad sostenida de cambio. Pero es posible.
La fidelidad como decisión, no como miedo
Otro punto clave que discutimos en el video es la idea de la fidelidad. Muchos creen que ser fiel es simplemente no tener relaciones sexuales con otra persona. Pero si la única razón por la que no engañas es porque temes que tu pareja te deje, eso no es fidelidad, es chantaje emocional disfrazado.
La fidelidad real surge de una decisión consciente, de una ética del vínculo, no del temor. Este tipo de elecciones solo pueden hacerse cuando una persona ha trabajado en su autoestima, autonomía emocional y proyecto de vida.
¿Y las feromonas en spray?
Finalmente, una crítica necesaria: el mercado está lleno de productos que prometen “atraer al sexo opuesto” con feromonas embotelladas. La ciencia aún no tiene consenso sobre si las feromonas influyen de forma determinante en humanos, y mucho menos si pueden sintetizarse y aplicarse como perfume para generar deseo.
Creer que un spray puede reemplazar la conexión humana, la comunicación emocional y la compatibilidad profunda es no entender nada del deseo humano. El amor, el sexo y el vínculo no son trucos de marketing. Son procesos complejos que requieren conciencia, responsabilidad y presencia.
Tu atracción no te define, pero sí te da pistas
La atracción humana no es una receta evolutiva perfecta. Es una mezcla de hormonas, heridas y hábitos. No se trata de negar la biología, sino de reconocer que no lo explica todo. Si estás atrapado en patrones que te hacen daño, si siempre te atraen personas que no te convienen, tal vez no sea un error… sino una historia que aún no has sanado.
Comprender tu deseo, cuestionar tus patrones y trabajar en ti mismo es el mejor regalo que puedes darte. Porque no todo lo que deseas te hace bien. Y porque, aunque no elijas lo que te atrae, sí puedes elegir qué haces con eso.
¿Te gustó el tema? Mira el video completo aquí: https://youtu.be/QKTu6r-mgTI