Por Cordu | Doctor en Desarrollo Humano y Maestro en Psicología Clínica y de la Salud
En un mundo saturado de discursos motivacionales, frases de autoayuda y gurús del desarrollo personal, se ha viralizado una noción tóxica que ha penetrado profundamente en la manera en que las personas se relacionan consigo mismas y con los demás: la idea del «valor social». Este concepto, impulsado por consejos superficiales, pretende reducir la complejidad del ser humano a una fórmula de marketing emocional. Se nos vende la idea de que para ser valiosos hay que acumular dinero, desarrollar un cuerpo atlético, hablar con seguridad o leer libros para parecer más interesantes. Pero detrás de este aparente empoderamiento se esconde una verdad incómoda: no estás creciendo, estás maquillando tu herida.
¿Qué es realmente el valor social?
El valor social no es una criptomoneda que sube o baja con base en tus logros. No es una métrica medible que pueda incrementarse con acciones específicas. Es una consecuencia natural del autoconocimiento, de saber quién eres, de vivir en coherencia con tus valores, y no un producto que se puede fabricar con cinco tips de Instagram. Pensar que se puede aumentar el valor social con una rutina de ejercicio o una lista de lectura es como intentar construir un hogar decorando ruinas: estéticamente vistoso, emocionalmente inhabitable.
La instrumentalización del crecimiento personal
Muchos realizan actividades como leer, meditar, hacer ejercicio o socializar no por deseo genuino de conexión o bienestar, sino como estrategias para agradar. Esta instrumentalización del crecimiento convierte los hábitos saludables en herramientas de manipulación, distorsionando su propósito. Si solo lees para tener temas de conversación, no estás leyendo: estás ensayando. Si haces ejercicio para atraer parejas, no estás cuidando tu salud: estás vendiendo una imagen. Si meditas para callar la ansiedad de tu carencia emocional, no estás sanando: estás conteniéndote sin comprenderte.
Meditación y ejercicio no curan traumas
Existe una peligrosa tendencia a creer que hábitos saludables por sí solos bastan para sanar heridas emocionales profundas. Pero meditar sin terapia es como respirar en medio de un incendio. Puede calmar por un momento, pero el fuego sigue allí. Hacer ejercicio sin introspección es como maquillar un cadáver: mejora la apariencia, pero no resucita la esencia. El trauma necesita ser nombrado, enfrentado y resignificado. Si no haces el trabajo interno, los hábitos saludables se convierten en parches sobre fracturas.
Las relaciones no se ganan, se construyen
Otro mito muy común es creer que al «elevar tu valor social», las parejas vendrán por añadidura. Esto es falso y profundamente dañino. Las relaciones auténticas no son premios por haber cumplido una lista de tareas. Son espacios de encuentro entre dos personas conscientes, imperfectas y en construcción. Quienes siguen este enfoque no están buscando pareja, están buscando clientes para un personaje que han creado. Este tipo de vínculo es una simulación que sólo amplifica el vacío emocional con la presencia de otro.
El error de proyectarse como producto
En un afán por ser deseables, muchas personas terminan convirtiéndose en marcas personales. Adquieren frases, estilos y rutinas ajenas con la esperanza de encajar o destacar. Pero esta estrategia no genera identidad, genera dependencia de la validación externa. Peor aún, cuando se logra atraer a alguien con estas tácticas, se obtiene una relación basada en el rendimiento, no en el afecto. El vínculo es frágil, condicionado, y tarde o temprano termina por colapsar bajo el peso de la incoherencia.
El verdadero valor se encuentra en la autenticidad
El hombre o la mujer valiosos no son quienes todos desean. Son quienes no se traicionan a sí mismos, aunque nadie los elija. Dejar de medir tu valor con los ojos de los demás es el primer paso para dejar de vivir una existencia prestada. Si lo único que sabes ofrecer es dinero, músculos o frases leídas en redes sociales, solo atraerás cuerpos vacíos, no vínculos profundos. El valor real es aquello que eres cuando nadie te mira, cuando ya no hay audiencia a quien impresionar.
Lo que sí funciona: el Método Cordu
A diferencia de los consejos vacíos, el cambio genuino se basa en cinco pilares que propongo desde mi método terapéutico:
- Autoconocimiento profundo: Comprender tus patrones, heridas y autoengaños. Preguntarte “¿por qué me autosaboteo?” es el inicio de cualquier transformación.
- Estilo de vida con sentido: No se trata de hacer lo que los demás aprueban, sino de vivir como realmente quieres, sin justificarte ni adaptarte a expectativas externas.
- Estrategias de relaciones sanas: Saber vincularte sin manipular, negociar sin chantaje, y dialogar sin atacar.
- Inteligencia emocional: Reconocer, nombrar y gestionar tus emociones para no quedar esclavizado por ellas.
- Terapia psicológica profesional: Si algo te rebasa, no es debilidad pedir ayuda. La terapia no es para los rotos, es para los valientes.
La falacia del valor social es una herida disfrazada de estrategia. No necesitas aumentar tu valor para ser amado, necesitas reconocerte para amar desde un lugar más sano. Lo valiente no es volverte deseable para todos, sino dejar de traicionarte por complacer a quienes no te conocen. Tu identidad no se construye con frases virales, sino con decisiones conscientes. Y si hoy sientes que vives para gustar, en vez de vivir para existir, entonces lo que necesitas no es más consejos: necesitas terapia.
Soy el Dr. Cordu. Y si esto te resonó, compártelo con quien esté atrapado en esta trampa de tener que «subir su valor social». Porque la verdad, tu valor no se sube. Se reconoce.
¿Te gustó el tema? Mira el video completo aquí: https://youtu.be/-lRJx4_6uOQ