Por Cordu | Doctor en Desarrollo Humano y Maestro en Psicología Clínica y de la Salud
Muchos repiten la frase «en el amor no hay garantías» como si se tratara de una verdad filosófica incuestionable. Pero si ni los anticonceptivos garantizan al 100%, ni siquiera las pruebas de paternidad son infalibles, entonces, ¿por qué deberíamos aceptar la completa ausencia de garantías en las relaciones afectivas? Bienvenido a la realidad emocional, donde las garantías no son juramentos eternos, sino patrones conductuales medibles.
Construir una relación es como construir una casa. Si tú pones el cemento, los ladrillos y el diseño, pero la otra persona solo pone «fe», la estructura tarde o temprano se caerá. Y es que las garantías emocionales no se basan en fe ciega, sino en acciones consistentes y repetidas que generan seguridad. En este artículo abordaremos desde un enfoque clínico por qué exigir garantías no es una locura, sino un acto de inteligencia emocional.
Lo que sí son las garantías
Una garantía no es un «te amaré por siempre». Es una acción observable y constante. Las relaciones saludables se basan en conductas predecibles que activan la seguridad emocional. Llegar a tiempo, responder con cuidado, mirar a los ojos, respetar acuerdos, escribir aunque haya conflicto: todo esto es arquitectura vincular.
Las garantías no son frases bonitas ni regalos ocasionales. Son actos a prueba de excusas. Y lo más importante: no se exigen, se demuestran. Se hablan, se acuerdan y se sostienen.
Por qué se rechazan las garantías
Mucha gente huye del concepto de garantía porque no quiere rendir cuentas. Decir «en el amor no hay garantías» es una excusa común para evadir compromiso. Es una forma de disfrazar la inestabilidad emocional con palabras que suenan maduras, pero que en realidad son desresponsabilizadoras.
Lo cierto es que la libertad sin responsabilidad es abandono disfrazado de autonomía. Cuando no se exigen garantías, se normalizan relaciones con fecha de caducidad no anunciada. Y eso deja a uno de los dos, o a ambos, en ruinas emocionales.
La neurociencia de la certeza afectiva
Nuestro cerebro está programado para buscar certezas. La ambigüedad vincular activa el sistema de amenaza. Según Cohen (2006), las garantías afectivas activan la corteza prefrontal, el área que permite planificar y anticipar. En cambio, la negación de compromisos activa la amígdala, asociada al miedo y la reactividad (Le Monde, 2012).
Un estudio del 2010 muestra que exigir seguridad en una relación disminuye el cortisol, la hormona del estrés. Es decir, pedir garantías no solo es sano: es adaptativo.
Garantías vs. promesas vacías
En consulta, una mujer comentaba: «ya no sé si creerle». Pero al revisar la historia, nunca había recibido señales concretas de compromiso. Al aprender a identificarlas, su ansiedad disminuyó notablemente. La clave está en entender que las garantías no se piden como reclamo, sino que se generan con conductas que sostienen el vínculo.
Ejemplos de garantías saludables
- «Te aviso si voy a llegar tarde»: regulación emocional y respeto.
- «Nos vemos los miércoles»: microcompromiso sostenido.
- «No me gusta cuando me ignoras»: cuidado vincular expresado con respeto.
- «Te escribo aunque estés enojado»: madurez emocional, no castigo.
Estas acciones son evidencia conductual de que el amor existe y se cuida. No se trata de romantizar la vigilancia, sino de cuidar el vínculo como algo vivo.
Ejemplos de falta de garantías
- «Yo así soy»: renuncia al crecimiento personal.
- «No quiero prometer nada»: negación de comprometerse.
- «Ya te dije que te quiero, no voy a repetirlo»: invalidación de necesidades afectivas.
- «Te escribo cuando puedo, no me presiones»: falta de reciprocidad.
- «Te amo, pero no sé si quiero estar en una relación»: inestabilidad disfrazada de autenticidad.
Estas frases revelan una desresponsabilización emocional y un estilo vincular evitativo, muchas veces romantizado.
El deseo también se construye con garantías
No es solo confianza lo que generan las garantías. También generan deseo. Saber que alguien mantiene sus acuerdos, que se presenta incluso cuando hay conflicto, que dice lo que siente sin desaparecer, hace que esa persona sea deseable. La estabilidad no mata la pasión, la hace posible.
El amor no es magia, es estructura
Exigir garantías no es tener miedo, es tener claridad. Las relaciones sin estructura colapsan. Y no basta con llorar entre los escombros y culpar a la vida. El vínculo se construye, se cuida y se actualiza. No se trata de jurar amor eterno, sino de sostener microcompromisos diarios.
La próxima vez que alguien te diga que en el amor no hay garantías, recuerda: el amor sin garantías es como una casa sin columnas. Puede parecer libre, pero no es segura. Y cuando se cae, lo que duele no es solo la pérdida, sino la ingenuidad de haberla construido sin bases.
¿Te gustó el tema? Mira el video completo aquí: https://youtu.be/Zgefb_F_krQ